A pesar de su juventud, Clay Carter ve su futuro con cierto cinismo. Hace años que ejerce de abogado de oficio y la situación no parece que vaya a cambiar. De ahí su resignación al abordar un nuevo caso que promete ser como tantos otros: debe defender a un adolescente acusado de asesinato, un hecho corriente en la ciudad de Washington.
Sin embargo, cuando Clay empieza a indagar en el pasado de su cliente, se entera de que éste se hallaba bajos los efectos de un fármaco en fase de experimentación cuando cometió el crimen. El laboratorio creador del producto, ansioso de que el suceso no salga a la luz, le propone a Clay un pacto. La misión promete ser dura por el complejo entramado de poder e intereses en juego, pero la tentación es demasiado grande: de la noche a la mañana, Clay podría convertirse en el nuevo rey de los pleitos.
En esta novela, Grisham no se aparta del tema que trata en todas sus novelas, o en prácticamente todas, es decir el tema de los abogados, el mundo de los pleitos, lo jurídico, las demandas, las corrupciones, etc.
Nos deja ver las bajezas del hombre y la falta de escrúpulos determinados abogados que lo único que buscan es el dinero sin tener en cuenta ni la justicia, ni las personas que han sufrido o están sufriendo las consecuencias de malas gestiones, ni nada.
Lo único que les importa a esta clase de personas es si este asunto les va a proporcionar cien mil millones de dolares, o si por el contrario va a ser una ruina, si no se van a poder permitir comprarse un yate, o si en cambio podrán obtener un jet mucho más grande que el abogado del bufete de la calle de al lado.
No es la mejor novela de este fantástico autor, pero es ágil de leer si te gusta este tipo de literatura.