En 1799, Barcelona, después de la Revolución Francesa, vive bajo el reinado de una monarquía fiel aún a los principios del antiguo régimen. Dentro de este contexto, la trama de Señoría es muchas cosas: en primer lugar, una variante de intriga policíaca, basada en un doble crimen; en segundo lugar, una recreación histórica de la corrupción política y social de la Barcelona de Carlos IV; finalmente, el proceso psicológico que lleva el protagonista, Rafael Massó, regente civil de la audiencia de Barcelona, de la prepotencia inicial a la humillación final. Todo, para evitar su caída, su decadencia.
El otro protagonista, Andreu Perramon es la víctima inocente que no puede escapar a su destino, provocado a consecuencia de unos hechos fortuitos y sellado por una serie de circunstancias adversas que la empujarán inexorablemente a lo largo de la obra. En cierto modo, Andreu Perramon, poeta, es una metáfora de la inocencia. Es el exponente de un idealismo ingenuo, de raíz romántica. Sobre él caerá inevitablemente todo el peso de la justicia. Su padre, el maestro Perramon, no conseguirá que sea absuelto. Su fracaso es evidente. No puede luchar contra una estructura que sobrepasa sus posibilidades de salir adelante.
Una bonita novela ambientada en Barcelona, me encantó.