La acción se sitúa en los ambientes pictóricos de la Italia del Renacimiento, cerrados y misteriosos cual órdenes religiosas. Cabalga entre dos escuelas estéticas (la florentina y la flamenca), reducidas a los materiales pictóricos que utilizan y a las fórmulas matemáticas de la perspectiva. Se añaden dosis de misterio, crímenes, sorpresas de todo orden, inverosímiles, e incluso magia. Ni la figura de Pietro della Chiesa, ni sus orígenes desconocidos, ni la ceguera del maestro Van Mander, ni las planas reflexiones seudofilosóficas, ni las psicologías ofrecen otros aciertos que el ajustarse a patrones ya utilizados en su primera novela.
El secreto de los flamencos resulta, por todo ello, de escaso interés. A pesar de ser muy corto me ha costado terminarlo, y hasta entenderlo. No me gustó nada.
