En el lecho de muerte, María Francisca, clama por sus hijos, ante el estupor de los allí presentes, con escasas fuerzas les pide a sus tías que los busquen y les digan que ella los quería. No hubiera pasado de ser una simple anécdota, si Xisca, como la conocían sus familiares no fuera soltera y no se le hubiera conocido hombre alguno. La respuesta la tiene, Mariana, su madre, Marquesa de Sotoñal, pero esta se escuda en los delirios febriles de la finada. Las tías tocadas en lo más profundo por la desazón de su sobrina, deciden indagar y descubrir que hay de cierto en las palabras de la benjamina de la familia.
Comienza en ese momento un viaje por la vida de una familia de rancio abolengo, quizás algo atípica por cuanto su progenitor lo fue, una familia con sus desavenencias, sus secretos escondidos, y una historia a cuestas de lo más interesante, en la que se entremezclan las ideas de las primeras sufragistas españolas, pioneras de profesiones liberales, logias masónicas mixtas, y los convulsos años veinte para la España que se desmorona.
Por primera vez me ha gustado un libro que ha sido finalista en un concurso literario, porque siempre me ha parecido que se premia más lo comercial. Me ha sorprendido gratamente.