No olvidaremos nunca a este aragonés universal, que con sus cantos y su mochila han difundido Aragón, como Goya, Palafox, o Pignatelli. Era sobre todo un gran hombre, que amaba su tierra. Y no volverá a decir “Recuérdame como al árbol caído”, porque no caerá, mientras nuestra memoria entone sus poemas y nuestro corazón cante el himno no oficial de Aragón: “Canto a la libertad”. Sin embargo, mi memoria prefiere no olvidar la “Albada del que se fue”:
Adiós a los que se quedan
y a los que se van también.
Adiós a Huesca y provincia
a Zaragoza y Teruel.
Esta es la albada del viento
la albada del que se fue
que quiso volver un día
pero eso no pudo ser.
Las albadas de mi tierra
se entonan por la mañana
para animar a las gentes
a comenzar la jornada.
Arriba los compañeros
que ya ha llegado la hora
de tener en nuestras manos
lo que nos quitan de fuera.
Esta albada que yo canto
es una albada guerrera
que lucha porque regresen
los que dejaron su tierra.